Reactivación de la relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela

Colombia y Venezuela tienen una historia común que inició en la colonia y dio luz a una sola nación que se separó y llevó a la constitución de los dos países que conocemos en la actualidad. A pesar de este origen compartido son naciones con contextos y problemáticas muy distintas, y si bien a lo largo de su historia han mantenido una dinámica principalmente comercial, actualmente sus relaciones diplomáticas están rotas y sus pasos fronterizos cerrados.
A partir de los últimos años, las diferencias ideológicas de sus gobiernos, el conflicto armado en Colombia y la amenaza alrededor de la soberanía marítima, aérea y terrestre, han generado una comunicación tensa que llevó en 2013 al rompimiento de relaciones diplomáticas. Los últimos 4 años se han caracterizado por enfrentamientos principalmente entre los sus presidentes Nicolás Maduro y el ahora ex presidente de Colombia, Iván Duque, enmarcados en la crisis social y económica en Venezuela, que ha generado el fenómeno migratorio latinoamericano más grande de este siglo.
Ahora bien, la llegada de Gustavo Petro a la presidencia colombiana implica un nuevo enfoque en dicha dinámica bilateral en la que se espera el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. De hecho, el 28 de julio, el Canciller designado de Colombia, Álvaro Leyva, se reunió con su homólogo venezolano, Carlos Faria, y expresaron la voluntad de ambas naciones de avanzar en una agenda de trabajo. Por otro lado, el ministro de venezolano Vladimir Padrino López aseguró que se comunicará con el nuevo ministro de Defensa colombiano Iván Velásquez para restablecer las relaciones militares con Colombia y solo 4 días después de la posesión del nuevo gobierno, se anunció el nombramiento del ex congresista Armando Benedetti, como embajador de Colombia en Venezuela y Félix Ramón Plasencia, como embajador de Venezuela en Colombia.
La propuesta de agenda binacional lleva a un nuevo panorama que supone una oportunidad para el flujo comercial, pero también implica la discusión de temas neurálgicos para ambos países, como son la migración y la seguridad nacional, que podría desencadenar en reacciones a diferentes niveles enmarcadas en la polarización que caracteriza el contexto actual.