Barómetro de enero del CIS: Enero 2016

9 Feb 2016

El último barómetro del CIS, publicado el pasado jueves, 4 de febrero, es el primero que se elabora tras las elecciones generales del 20 de diciembre, por lo que tiene el valor de recoger la primera reacción del electorado español al resultado de estas elecciones.

La recogida de datos se produjo entre el 2 y el 10 de enero, de forma que no recoge el estado de la opinión pública tras la constitución de las Cortes y el inicio del proceso para la formación del nuevo Gobierno, pero aporta elementos de gran interés de cara a la posible evolución de la intención de voto en España tras los acontecimientos más recientes, así como los que pueden suceder en el futuro inmediato.

Se trata de una instantánea muy útil para completar el relato que puede extenderse desde el final de la pasada legislatura hasta el inicio de la siguiente, o quizás hasta la celebración de nuevas elecciones, si no fuera posible la formación de gobierno. Por ello, desde LLORENTE & CUENCA hemos querido profundizar en las principales conclusiones que ofrece este estudio postelectoral de unos comicios que han arrojado los resultados de mayor complejidad de la historia reciente de España.

Variables electorales

La situación general resultante del 20D se mantiene, con matices

La estimación del voto de los electores registra pocos cambios respecto de las elecciones generales, de manera que se mantendrían los problemas de gobernabilidad. La suma de porcentajes del centro-derecha y derecha (Ciudadanos + PP) sería ligeramente menor que la obtenida por este bloque el 20D (42,1% frente a 42,6%), mientras que el bloque de centro izquierda e izquierda (PSOE + Podemos + IU) obtendría un resultado muy similar al del 20D (46,1% frente al 46,3%).

La principal diferencia que detectó el CIS en enero en relación al resultado de las elecciones del 20 de diciembre fue el intercambio de posiciones entre PSOE y Podemos (sumadas las “confluencias” de este último partido). El Partido Socialista bajaría hasta un 20.5% (un porcentaje casi idéntico al que obtuvo Podemos el 20D), mientras que Podemos subiría hasta el 22%, prácticamente el mismo porcentaje que logró el PSOE en las generales. Se produciría, por tanto, el sorpasso al que aspira la formación liderada por Pablo Iglesias.

En cuanto al resto de partidos, destaca que Ciudadanos bajaría ligeramente (poco más de medio punto), el mismo porcentaje que crecería IU. En el sector de los nacionalismos periféricos continúa deteriorándose la posición de CDC (bajaría más de medio punto), cuya pérdida de votos iría a parar en su mayor parte a ERC (que lograría cuatro décimas más). El PNV continuaría con un apoyo estable y en posición hegemónica en el territorio vasco.

El voto a Podemos sigue movilizado, aunque el PSOE genera mayor simpatía

Los votantes de Podemos (siempre con sus “confluencias”) son los que declaran en mayor medida a quién votarían. En el apartado de intención directa de voto, Podemos supera incluso al PP (por dos décimas), sacándole casi cuatro puntos al PSOE. El recuerdo de voto a Podemos es superior al porcentaje que efectivamente obtuvo en las generales, lo que indica un alto grado de prestigio de esta opción en una amplia capa de la sociedad. La diferencia del recuerdo de voto y el resultado tanto del PP como del PSOE está sobre los 6 puntos, a favor del resultado efectivo.

Sin embargo, las ideas del PSOE suscitan mayor simpatía entre los electores que las de Podemos, con casi dos puntos de ventaja para los socialistas. Este índice está relacionado con el nivel de rechazo, que en el caso del PSOE es el menor de todos los grandes partidos (un 36,6% no le votaría nunca), mientras que el de Podemos se acerca a la mitad del electorado (46,4%). El PP es el partido cuyas ideas suscitan la simpatía de más electores (casi un 18%), aunque es también el que cuenta con mayor índice de rechazo (casi el 54%).

Ciudadanos, por su parte, cuenta con mayor índice de simpatía que de intención directa de voto, pero el índice de rechazo de C’s es superior al del PSOE (estaría en un 44,2%) y éste ha aumentado respecto del sondeo preelectoral del CIS en diciembre, siendo el único de los 4 grandes partidos al que le sucede esto (el rechazo a PP y PSOE desciende ligeramente, y el que suscita Podemos baja casi 4 puntos). La diferencia entre el recuerdo de voto a C’s y su resultado real llega casi a los 4 puntos a favor del resultado real, prácticamente un tercio de sus votantes efectivos.

La valoración del candidato de C’s, Albert Rivera, sufre la mayor caída entre los principales líderes, entre el sondeo de diciembre y el publicado ahora. Si en diciembre (con datos de noviembre), Rivera conseguía una nota media de 4,98, en enero se queda con sólo un 3,92. Sigue siendo, no obstante, el más valorado entre los líderes de los grandes partidos, pero a mucha menos distancia de Pablo Iglesias (que apenas baja, hasta un 3,78) y Pedro Sánchez (cuya valoración registra también un sensible descenso, de 0,84, hasta una nota de 3,75). Mariano Rajoy es el líder menos valorado (apenas supera el 3) y Alberto Garzón es el que obtiene mejor nota (4,68), aunque el líder de IU es conocido sólo por el 61,4% de la población.

Giro a la izquierda, con hegemonía de Podemos entre el voto joven y urbano

La autoubicación general de los electores (del 1 al 10, siendo el 1 la extrema izquierda) registró un ligero corrimiento hacia la izquierda entre el sondeo de diciembre y el actual (los electores que eligen una ubicación del 1 al 5 suben del 60,1 al 61,1%). Este corrimiento se produce también dentro de la izquierda, hacia posiciones más de izquierda: los electores que se autoubicaban entre el 1 y el 2 crecen en casi 2 puntos, mientras que los que elegían el 3 eran un 0,7% más. El electorado de la derecha también se polariza (las posiciones 6 y 7 registran casi un punto menos, en favor de las posiciones 8 y 9, bajando ligeramente el posicionamiento en la posición 10 – extrema derecha).

Esta reubicación ideológica se refleja sobre todo en la ventaja que logra Podemos sobre el PSOE en intención de voto directa de los electores autoubicados en la posición 3 (el 38,6% frente al 24,4%). También es significativa la escasa diferencia entre la intención de voto al PSOE y a Podemos entre los electores más centristas, los ubicados en la franja 5 (13,5 frente a 11,9). El PP es el partido preferido para los electores ubicados entre las posiciones 6 y 10, pero Ciudadanos suscita una mayor adhesión que el PP entre los de la posición 5 (13,1 frente a 10,9).

Los datos de intención directa de voto por franjas de edad recogen que Podemos es el partido que cuenta con mayoría de votantes en todas las franjas hasta los 65 años. Los electores de mayor edad optan muy mayoritariamente por el PP (supera el 30% en intención de voto entre los electores a partir de los 65 años). El PSOE sigue contando con más intención de voto de mujeres que de hombres, pero ya no es el único partido respecto al que sucede esto (IU también recoge más intención de voto femenino que masculino) y la diferencia entre sexos en el resto de partidos se estrecha.

Podemos es la opción con más apoyos entre los votantes de las grandes ciudades (a partir de 400.000 habitantes), y en especial en Madrid y Barcelona (donde saca más de 5 puntos a todos los demás partidos). El PP es el preferido en las ciudades pequeñas y medianas (50.000 a 400.000 habitantes) y en los municipios más pequeños. El PSOE supera al PP en las ciudades de 400.000 a 1.000.000 de habitantes (en Madrid y Barcelona, empatan) y en los pueblos grandes (de 10.000 a 50.000 habitantes), pero es superado por Podemos también en este último tipo de municipios.

Variables socio-económicas

Menor pesimismo sobre la situación económica

Pese al complicado escenario que dejó el resultado electoral, la percepción de los electores acerca de la situación económica en España mejoró ligeramente. Aunque el porcentaje de electores que la consideran buena o muy buena no cambia (3,8%), se reduce la proporción de los que perciben que es mala o muy mala (pasa del 69,1% al 61,9% registrado en noviembre).

El 25,5% creía en enero que la situación económica es mejor que un año antes, mientras que en octubre (en noviembre no se hizo esta pregunta, ni la siguiente) era sólo un 7,0%. Las perspectivas de mejora para dentro de un año también crecen: pasan del 20,4% en octubre al 26,1% en enero los que ven el futuro inmediato con optimismo, mientras bajan del 16,9% al 11,9% los que creen que empeorará.

La percepción de la situación económica personal de los electores sigue también mejorando, aunque de manera menos acusada que la percepción de la economía española en general, dado que ya estaba en valores mucho más positivos. Así, los electores que declaran que su situación económica es mala o muy mala ha pasado del 18,6% en octubre al 16,2% en enero, y los que creen que empeorará han bajado un punto (son ahora el 5,9%).

En cuanto a la evolución del estatus económico del electorado, se advierte que, en relación al pasado mes de octubre, aumentan los hogares con ingresos comprendidos entre 900 y 1.800 euros (casi un punto), mientras se reduce la proporción de los que no llegan a 900 euros (un 0,7%). Y en relación al empleo, baja el porcentaje de electores que creen probable perder el empleo actual (pasan del 13,9% al 11,5%); además, entre los parados son más los que confían en tener trabajo pronto (suben desde el 34,6% al 41% actual).

La visión de la situación política empeora

A diferencia de lo que ocurre con la situación económica, la percepción de la situación política de España empeora tras las elecciones. Si en el estudio preelectoral realizado en noviembre el CIS aportaba el dato de que el 68,5% veía la situación como mala o muy mala, en el barómetro de enero la visión negativa ha subido hasta el 69,9%. Y si en octubre el 29,6% consideraba que la situación había empeorado en el último año, ahora es el 35,2% el que así lo cree. También son más lo que ven el futuro político con pesimismo: el 17,2% piensa que empeorará, frente al 16,9% que lo creía en octubre.

Los principales problemas que advierten los españoles siguen siendo los mismos, pero se reduce la preocupación por las cuestiones económicas (paro, economía en general) y los electores focalizan en mayor medida las políticas públicas (sanidad, educación, políticas sociales). La inquietud por la corrupción se mantiene prácticamente igual (cuando se realizó el sondeo, aún no habían estallado los últimos casos), pero aumenta la que provocan los políticos y los partidos políticos (casi dos puntos).

A la pregunta por el nivel de felicidad de cada persona, que mide el grado de satisfacción subjetiva general, los encuestados responden de manera ligeramente más negativa en enero que en octubre. La media obtenida baja de 7,47 (en una escala de 1 a 10, siendo 10 la felicidad plena) a 7,40, a causa del aumento de personas que se sitúan en niveles de insatisfacción (pasan de constituir el 12,7% al 14,1% del total).

Se mantiene la movilización electoral y la atención a la cuestión territorial

El sondeo de enero del CIS recoge un leve aumento del porcentaje de electores dispuestos a abstenerse (10,1% frente al 9,7% de octubre o el 8% de noviembre), lo que muestra un nivel de desmovilización menor de lo habitual tras unas elecciones. La proporción de indecisos es ahora mucho más baja que en los dos estudios de opinión anteriores: sólo un 14,4% no sabe qué votaría, frente a un 22,2% de octubre y un 19,1% de noviembre.

El interés por la política, atizada por la reciente e intensa campaña electoral, parece no haber disminuido demasiado. El porcentaje de electores que afirma haber hablado a menudo de las elecciones es muy superior al que manifestaba en octubre que la política era un tema de conversación habitual, tanto en el ámbito doméstico como social, e incluso en el ámbito laboral. Casi la mitad de los electores (48,7%) afirma haber seguido la campaña electoral con bastante o mucho interés, lo que constituye un porcentaje considerable.

La evolución de la cuestión territorial encuentra también su reflejo en el último sondeo del CIS. En relación al estudio preelectoral de noviembre, aumenta el porcentaje de electores que se pronuncian por una organización territorial en que las comunidades autónomas tengan mayor autonomía (del 14,2% al 14,6%), mientras baja mucho el de los que optan por un estado centralizado o con menor grado de autonomía para las comunidades autónomas (del 27,5% al 21,7%). También aumenta la proporción de los que reclaman que las comunidades autónomas tengan la posibilidad de convertirse en estados independientes (pasan del 9,4% al 10,6%)